martes, febrero 12, 2008

Cuba con miedo

Cuba con miedo (publicado en un antiguo Blog a principio de 2007)

Sé que muchos de mis lectores son amantes apasionados de esa isla de 11 millones de habitantes enclavada en el mar Caribe. Muchos han estado allá y otros sueñan con visitarla atraídos por ese halo mágico que impera en ella, mas para casi todos lo que allí sucede resulta un tanto incomprensible.

Mi delirio es Cuba y no por eso me considero, ni por asomo, poseedor de la verdad de lo que ocurre en la isla. Pudiéramos decir que con estas reflexiones les muestro un trozo de la realidad, mi pequeña verdad, una arista, desde donde otean mis pupilas y se encamina el sentido de mi vida.

Una de las preguntas que más me hacen es por qué tan poca gente se manifiesta en contra del régimen y a favor de la libertad.

Primeramente, creo que ya no son tan pocas las personas que se manifiestan en contra del régimen. Existen en Cuba actualmente más de 200 organizaciones que actúan – al margen de lo permitido por la ley- con el afán de lograr un cambio en el sistema. Incluso, por primera vez desde el triunfo de la revolución, se ha dado el fenómeno de que más de 35000 ciudadanos firmen un proyecto de oposición donde se llama al gobierno a dar los pasos necesarios hacia la democratización. Este proyecto llamado Varela ha demostrado que la sociedad civil se organiza y comienza a salir del letargo de los últimos cuarenta años. Otro ejemplo, de los múltiples que podemos señalar, son las manifestaciones pacíficas que hacen las esposas y madres de los presos políticos en el movimiento denominado las Damas de Blanco. Estas titánicas mujeres cubanas amenazadas y violentadas por el régimen sacan valor cada semana para pedir la libertad de los suyos.

De todas formas, en Cuba no todo el mundo se siente acosado por el régimen. Cuando hablamos de libertad, no podemos ser absolutos, no existe una única forma de ver la libertad. Dos personas, bajo un mismo sistema, pueden apreciar este relativo y vital fenómeno desde dos posiciones diferentes. La libertad es algo muy personal, entra en el campo de lo privado, o mejor dicho, de lo individual. Por eso, las sociedades donde se respeta más al individuo, permitiendo, al máximo posible, su accionar,- libertad de expresión, de asociación, de movimiento, libertad de credo y elección- son las consideradas democráticas. En sociedades, como la cubana, donde se conculcan los derechos fundamentales de las personas, sin embargo, existen individuos que se sienten enteramente libres. Dichas personas pueden satisfacer sus necesidades existenciales dentro del estrecho margen permitido en la sociedad en cuestión. Incluso, estos individuos pueden justificar cualquier carencia de sus libertades como parte de ese “contrato social” a través del cual ceden parcelas de libertad –expresión o elección- a cambio de protección, estabilidad y garantía de vida. Es aquí donde juega un papel fundamental el miedo. Ese sentimiento que se apodera de nuestras mentes y nos hace incapaces de aspirar a cambiar el status quo, seguros de que todo cambio puede ser peor. Por la escasa y manipulada información, se tiende a infravalorar el rol de la democracia para potenciar el bienestar social.

Para toda sociedad es vital saber, a ciencia cierta, en qué momento histórico del desarrollo humano nos encontramos. Qué sucede en el resto mundo, cuáles son los últimos derroteros sociales dentro de la gran aldea humana. Qué está considerado por las organizaciones internacionales como violatorio, reprobable, y lacerante de las libertades del hombre. Cuáles son las últimas tendencias del pensamiento filosófico y social. Respondiendo estas preguntas podemos evitar que la falta de referencia nos pueda hacer creer que gozamos de la mayor de las libertades posibles. Si observamos a Cuba, una sociedad poco transparente y altamente manipulada por el poder central, bombardeada, de forma constante, por los medios con noticias donde se destacan, solamente, los aspectos negativos de las otras sociedades- ceses masivos de trabajadores, golpes de estado, guerras, hambre, discriminación- activa en sus ciudadanos ese mecanismo llamado miedo que produce que muchos individuos se aferren a su realidad, dando gracias a Dios y maldiciendo a todo aquel que los llame a tratar de cambiarla, aunque se les prometa que con dicho cambio pueden alcanzar un futuro mejor. Todo lo diferente sonará a utopía temeraria o a quimera. Y pensarán que en ello está en juego su propia existencia. Este miedo tendrá como consecuencia el inmovilismo y la paralización de nuevas formas de concebir la sociedad. La más mínima elección pasará por el tamiz de los omnipresentes controles del régimen que funcionan incluso en el interior de sus mentes.

En resumen, en Cuba el miedo, la falta de referencia, y la destrucción de la sociedad civil, han dado como resultado la aparente conformidad de muchos de los ciudadanos. Por eso, alguien desde fuera puede pensar que la mayoría de los cubanos actúan de manera voluntaria cuando manifiesta su apoyo al régimen. Nada más lejos de la realidad.

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