sábado, enero 26, 2008

El cambio

El próximo 2009 Fidel Castro cumpliría cincuenta años en el gobierno. A lo largo de la historia de la humanidad es poco probable que otro personaje haya permanecido tantos años al frente de una nación, ni siquiera los emperadores romanos acumularon tanto tiempo ni tanto poder. Ahora, por lógica, Castro se va a morir, de enfermedad o de viejo y el cambio en su eterna isla deberá suceder. ¿Se encuentra Cuba preparada para tal acontecimiento?


Si, como cualquier país Cuba está preparada para recibir las bondades de la democracia y la libertad. Y los cambios no nacerán en las calles por revueltas populares, las nuevas generaciones de dirigentes se embarcarán en esta aventura, si reciben presión interna y externa, para así evitar ser aplastados por la realidad que se avecina. Ya comienzan los primeros síntomas de quienes quieren retocar las columnas que sostienen al régimen.
En la isla, como en la perestroika soviética, que en castellano significa reconstrucción, nadie habla de cambio de sistema, se buscan fórmulas para mejorar el mismo. Mas, quienes conocen la realidad cubana, saben que este régimen no tiene mejoría, su existencia se ha fundamentado en tres pilares indisolubles; demagogia, desinformación, y represión. Si uno solo de ellos faltara entonces caería el maltrecho edificio del achacoso y viejo militar.


El cambio, aunque inevitable, no va ser un regalo, se va a producir si los cubanos de afuera y dentro, lo exigen. Si, quienes ocupen los puestos de gobierno en la isla, no sienten presión demoraran hasta la eternidad la apertura política cubana. ¿Por qué regalar lo que les "corresponde" por derecho propio? Por lo tanto, los grupos disidentes y los cubanos en general no deberían sentarse a esperar el suceso, deberían ir a por ello mostrando públicamente su descontento.


También es palpable que en gran parte de la población, sobre todo, los menores de cincuenta años, quienes no han visto otra sociedad, tratan de imaginar qué puede pasar en un futuro próximo sin Fidel. Tienen miedo a lo desconocido, a ser víctimas de ese enemigo mil veces propagandizado por el actual régimen. El temor a romper el status quo se enfrenta al dolor de contemplar el deterioro en que ha quedado su nación, donde no se ve terreno abonado alguno para que pueda germinar un buen futuro para sus hijos. Son conscientes de que el entusiasmo por la revolución se acabó, y que resistir de patria o muerte, no es estilo de vida para nadie.
Los cubanos comprenden que es imposible seguir corriendo hacia el precipicio de la historia guiados por un poder totalitario y por primera vez hablan de gobierno consensuado, de libertades y derechos. La palabra cambio ya comienza aparecer como un sol en el horizonte del mar que rodea a la hermosa isla caribeña.