sábado, agosto 01, 2009

LA MUERTE

ETA mata a dos personas. Destroza la vida de dos familias. ETA decide que sólo la muerte es el camino hacia la independencia. ETA piensa que sobre las montañas de muertos que eleva podrá erguirse la soberanía del País Vasco. ETA elige nadar en un mar de lágrimas donde flotan inertes cientos de cadáveres que siempre le acompañarán rumbo a ninguna parte. ETA se jacta de salpicar de oprobio la epidermis española. ETA cree que cada hueso que quiebre, cada corazón que detenga, cada aliento que hiele beneficia a su causa. ETA esculpe viudas y huérfanos para que le acompañen con sus terribles miedos y su atormentada soledad. ETA se revuelca en pólvora y sangre y acecha constantemente. ETA se fanatiza y mata. ETA se acobarda y mata. ETA no lucha, asesina. En una lucha nos matan o matamos. Cuando asesinamos tan solo matamos. ETA no tiene ideología, tiene muertos. ETA tal vez piense que aumentando el número de cadáveres, incrementando la dosis de dolor, subiendo los decibelios de los chillidos de sus víctimas se hará más grande y más fuerte. ETA piensa como los cobardes. Cada charco de sangre creado por el socavón de sus bombas se convertirá en el futuro océano donde sucumbirá ETA y todo su horror. ETA se ha metido tanto en su papel de asesino que tan sólo planifica muertes. ETA ahora mismo se sonríe, allí donde se esconda, y en su mente una obsesión: la sangre y la enajenante idea de la muerte. Con su narcisismo patológico ETA justifica cada asesinato, por eso se nutre de asesinos. Asesinos que solo hagan eso: acechar y matar. La causa de un etarra será aportar más muerte, más dolor. Los etarras otean ensangrentados y continúan su danza mortuoria entre los cadáveres de sus víctimas. Los etarras no se miran al espejo, son asesinos. Los asesinos no tienen rostros ni conciencia, solo muerte. ¡Qué básico todo: La muerte!

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