viernes, mayo 20, 2011

Adios Zapatero, adios

Si yo fuera Zapatero no hubiera renunciado a la reelección en 2012. Iría como los mártires a ofrendar mi suerte asumiendo ante las urnas las consecuencias de mi carrera política. La percepción que deja es de abandono en un momento delicado para el país -en plena crisis-. Cuando anunció que no iría por su tercer mandato, en su cara se dibujó el alivio de aquel que deja un peso con el que jamás pudo y su mirada era la del personaje impotente que realizó múltiples tareas y él mismo o la realidad se encargaron de deshacer, cual condena de Sísifo. El cheque bebé, el plan de dependencia, la retirada de las tropas de los conflictos internacionales, el pleno empleo y la derrota de ETA quedaron en el mismo punto donde las encontró. El estado del bienestar se encuentra aún más lejos que cuando llegó al poder y de herencia deja muchas prohibiciones, muchas para mi gusto, muchas para vivir en una sociedad libre. Tan libre es esta sociedad que los hombres se pueden casar con hombres y las niñas pueden abortar a partir de los 16 años, por citar algunas de sus conquistas.

Zapatero se retira dado un paso hacia la derecha, dejando sin argumentos a las personas honestas de su partido. La abundancia heredada del anterior gobierno, la regaló demagógicamente hasta agotarla ¿tal vez, pensó con eso comprar votos? Pero cuando los bancos nos llevaron a la bancarrota, por cambiar las reglas del juego a mitad de la partida, el poder ejecutivo no los llamó a contar, y por contrario, les inundó los bolsillos de dinero público, mientras tanto, los medios fanfarroneaban sobre los millones y millones de beneficios de las entidades financieras, las fastuosas primas que cobran sus ejecutivos, sus gigantescas nóminas, sus millonarias primas y jubilaciones. Zapatero aplaudió y aplaudió a quienes le devoraban día a día. Desde mi punto de vista al Zapatero le faltó ser consecuente con su formación, con sus principios y con su abuelo. Las cosas se llaman por sus nombres, porque ningún eufemismo entusiasta nos iba a sacar de esta profunda crisis. Esos millones de personas desamparadas que viven al borde de la miseria merecieron más de su presidente.

El poder que emana del pueblo es, sobre todas las cosas, para defender a este de los peligros que constantemente le acechan. Zapatero no le paró los pies a los poderosos, por el contrario, humilló a los humildes y se los sirvió en bandeja de plata: jubilación a los 67, versus pagas vitalicias para los ex presidentes, compatibilidad a ocupar grandes cargos en las mayores entidades económicas del país; salarios mil euristas para todos los que tienen la suerte de trabajar, versus contratos blindados y millonarios para los ejecutivos de la banca y empresas fuertes de la nación. Se le pide austeridad al pequeño para salir de esta crisis, pero a nadie se le explica quien nos metió en ella y por qué no pagan los responsables.

Zapatero no tocó las leyes que podían allanar el camino político de esta sociedad. Se sintió bien con la presente ley electoral, manchada por su archiconocida falta de democracia. Sin embargo, tocó leyes no importantes: lo referente a la cohesión nacional y debatió durante no sé que tiempo sobre las nacionalidades dentro de España y otras banalidades menos urgentes.

Si el presi pensaba que ocho años es el tiempo máximo que debe pasar un presidente del gobierno en el poder, entonces lo coherente sería tratar de promover la limitación de la duración a dos mandatos del poder ejecutivo por ley, pudo legislar que los partidos y las principales organizaciones nacionales tuvieran que convocar elecciones primarias cada cuatro años, para darle la oportunidad a los miembros de esas organizaciones de ejercer la verdadera democracia, democracia que se trasladaría a todos los rincones de esta sociedad. Zapatero pudo proponer el fin de las listas de los partidos y no lo hizo, pudo tratar de igualar los votos de todos los españoles, independientemente de la comunidad donde habiten y no lo hizo. Zapatero no abonó la democracia, le faltó estatura política y miras de estadista. Zapatero no quiso entrar en la historia por la puerta grande y se conformó con alejarse del pueblo como los demás políticos.

Zapatero deja casi 5 millones de parados, compartiendo país con políticos corruptos de toda calaña y color, banqueros super millonarios, prensa plegada a las prebendas de los grupos de poder que la sustentan. Zapatero en ocho años ha cerrado todos los mecanismos defensivos y correctores de las masas. Pero ya la pasada semana los jóvenes se manifestaron mostrando el legado del aún presidente del gobierno:

Juventud sin futuro

sin casa

sin curro

sin pensión

sin miedo

Zapatero se va invicto dejando tras de si un reguero de almas vagando a quienes no le da la oportunidad de descansar en paz, juzgándole con su voto en las urnas. Pero estas almas no están muertas, simplemente aún callan.


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